Historia de la Salvación: 15° Parte - El Post Exilio: Dominio Griego

ALEJANDRO MAGNO


P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA


8.2. DOMINIO GRIEGO

8.2.1. Alejandro Magno y el Helenismo (326 – 312)

Aunque parezca paradójico, resulta casi imposible reconstruir la historia del judaísmo palestino desde la reforma protagonizada por Esdras, (398), hasta la época de los Macabeos (168).  Y la razón es que en ningún escrito bíblico se consignan las vicisitudes de esos siglos largos de la historia judía.

En efecto, sabemos que el Imperio Persa fue decayendo y entre los años 340-326, en el que aparece Alejandro Magno, rey de Macedonia (Grecia) tras el asesinato de su padre Filipo II, parte a la conquista de Oriente. El ejército persa es derrotado en la batalla de Iso (333 a.d.C.) Siria y Palestina son ocupadas inmediatamente, en pocos años (334-325 a.d.C.) Alejandro Magno es rey de un Imperio que se extiende desde Grecia hasta el Indo y desde el mar Negro hasta Egipto. Él lo dirige con prudencia, sabiendo hacer convivir los valores griegos con las culturas de las diversas naciones que componen su reino. Judea pudo seguir viviendo según la LEY, la TORÁH que probablemente, es confirmada como ley del Estado.

A la muerte de Alejandro, en el 323 a.d.C. sus dos hijos son todavía menores de edad por lo que la regencia del Imperio Griego es asumida por sus generales: los Diadocos = sucesores. El Imperio es dividido en cuatro partes:

  • Primera parte, la componen: Macedonia, Grecia y Tracia. 
  • Segunda parte: Egipto, confiada a los Tolomeos, (dinastía de los Lágidas). 
  • Tercera parte: Asia Menor. 
  • Cuarta parte: Babilonia, confiada a Seleuco I (dinastía Seléucidas).


Los dos generales de Alejandro Magno que reinaban en Egipto y Babilonia se disputan Siria y Palestina. Los hijos menores de Alejandro Magno desaparecen de la escena política, seguramente asesinados y el reino griego queda en manos de los generales. La historia bíblica tiene mucho que ver con dos de estos reinos (el reino de Egipto, los Tolomeos  Lágidas y el reino de Babilonia regido por Seléuco I, los Seléucidas)


8.2.2. Dinastía de los Tolomeos Lágidas de Egipto (312-285)

Desde los años 312 hasta los 200 a.d.C. los judíos estuvieron bajo el gobierno benévolo de los Tolomeos. Muchos acontecimientos de esta época están indicados en el sumario de Daniel, Cptlo, 11. En el año 312 a.d.C. Jerusalén es ocupada y Palestina queda bajo la dinastía de los Tolomeos Lágidas de Egipto. Las relaciones entre los hebreos de Alejandría y los Tolomeos son buenas; el gran número de judíos dispersos en la diáspora hizo sentir la necesidad de traducir la Biblia Hebrea a la lengua Griega, especialmente para la numerosa comunidad de Alejandría (Egipto), bajo Tolomeo II Filadelfo (285-246 a.d.C.), versión llamada de los LXX (de los Setenta). La región de Palestina goza de una notable prosperidad.  


8.2.3. Los Seléucidas del reino de Babilonia (238-187)

Bajo Antíoco III el Grande (238-187, a.d.C.), el reino seléucida se extiende hasta Asia Menor y las ciudades jónicas. En el 198 a.d.C. Tolomeo V es derrotado en la batalla de Manea, y Siria y Palestina son anexionadas al Imperio Seléucida. El avance de tropas provoca un violento conflicto entre Roma y Antíoco III, que concluye en el año 190 a.d.C. en Magnesia con una desastrosa derrota del ejercito seléucida. Antíoco III se ve obligado a aceptar la paz en condiciones muy duras, que condicionarán para siempre su Imperio: debe de abandonar Asia Menor y las ciudades libres griegas; pagar una elevada indemnización que vaciará continuamente las arcas del Estado; debe de entregar rehenes a Roma, incluidos su propio hijo Antíoco IV y Demetrio; y prestar los elefantes de guerra y toda su flota marina. Palestina, englobada en el reino, será víctima del amargo destino de Antíoco III.


8.2.4. Antíoco IV Epifanes (175-163)

Sucesor de su padre Antíoco III, Antíoco IV fue antiguo rehén de Roma, alcanza el trono en el año 175 a.d.C.  Aprovechando la debilidad de los Lágidas de Egipto, en el año 169 a.d.C. declara la guerra a Egipto y con dos campañas victoriosas se hace reconocer rey de Menfis. Pero la intervención de una delegación romana le obliga a retirarse humillado. Al no poder expandirse por Occidente, se dirige a conquistar Armenia y Persia, donde encuentra la muerte en el año 163 a.d.C.

La persecución antijudía que caracteriza su reinado tiene un triple trasfondo:
  • Primero, de naturaleza política, concierne al vínculo existente entre las autoridades religiosas de Jerusalén y las comunidades de la diáspora de Alejandría, cosa sospechosa a sus ojos, sobre todo en el contexto de las tensiones entre Seléucidas y Lágidas.
  • Segundo, de naturaleza económica, afecta a su fuerte deuda con Roma para la que podía ser muy útil el dinero de las limosnas del Templo. Este último constituía en efecto el principal centro económico del país, no sólo por los ingresos de las ofrendas religiosas, sino también por el ejercicio de las funciones bancarias en beneficio de los nobles.
  • Tercero, se refiere al proceso de helenización del país, que bajo Antíoco IV habría sido llevado adelante de modo sistemático, recurriendo incluso a la violencia. Tal proceso es sostenido por el partido judío simpatizante de la helenización de la ciudad de Jerusalén, que con una serie de sucios juegos de poder origina la degeneración total del más alto cargo religioso: el Sumo Sacerdote. Este último se convierte en efecto en un “poder” del que adueñarse a costa de promesas de dinero cada vez más ingentes, hechas al rey. El Sumo sacerdote Onías III es exilado y sustituido por Jasón, que tres años más tarde, sufre la misma suerte por obra de Menelao.
Antíoco IV llega a Jerusalén en el año 168 a.d.C. sumamente irritado por la humillación que la infligido Roma. Asedia la ciudad de Jerusalén, extermina a todos los que considera hostiles, ocupa y saquea el Templo dejando un presidio en el lugar sagrado. Al año siguiente decreta la helenización forzada de toda Judea enviando a un ejército capitaneado por Apolonio. Éste, fingiéndose amigo, es acogido en la ciudad de Jerusalén con sus tropas. Saquea la ciudad, vende como esclavos a un gran número de ciudadanos israelitas, desmantela las murallas y construye en ella una fortaleza, el Akra, para controlar desde ahí, el Templo y la ciudad de Jerusalén. Mientras tanto los funcionarios del rey son encargados de dirigir la obra de helenización de toda Judea.

El Templo es transformado en un santuario dedicado al dios Júpiter Olímpico y el 25 de diciembre del año 167 a.d.C. se ofrecen sacrificios al dios Sol Invicto. Toda forma de culto hebraico, privada o pública es prohibida y castigada severamente. Muchos israelitas ceden ante estas medidas tan duras, otros se refugian en la montaña en zonas semidesérticas en torno al valle del Jordán, el Mar Muerto y la Sefelá, son la familia de los macabeos.




8.2.5. La rebelión de los Macabeos (163 – 67, a.d.C.) El Reino de los Macabeos

Macabeo, significa = “martillo”. Es el sobrenombre del tercer hijo del sacerdote Matatías de Modín, 1 Mac 2, 4, héroe de la guerra de independencia judía contra Siria. Judas Macabeo habría sido el martillo, contra los seléucidas, alusión a su fuerza física y a sus hazañas bélicas; de Judas Macabeo pasó el sobrenombre a sus cuatro hermanos, Juan, Simón, Eleazar y Yonatán.

Entre los años 167 a 166 a.d.C. llegan a Modín los emisarios de Antíoco IV, Epifanes, para obligar a apostatar de la religión judía a todos los judíos de la ciudad de Jerusalén. En ella reside la familia sacerdotal, capitaneados por Matatías, el cual mata al funcionario del rey y huye con sus hijos a la montaña, reuniendo en torno a sí a los rebeldes. Aprovechando la ausencia de Antíoco IV, ocupado en las campañas de Oriente, Judas Macabeo, que ha asumido el rol de guía después de la muerte de su padre Matatías, logra recuperar gran parte de Judea. Su acción culmina con la conquista de la ciudad de Jerusalén, excluyendo el Akra, donde se atrincheran las tropas supervivientes de Antíoco IV, el día 25 de Kislev (noviembre - diciembre) del año 164 a.d.C. vuelve a dedicarse solemnemente el Templo al culto (fiesta de Hannukah).

Antíoco IV muere durante la campaña de Oriente, pero el Akra sigue guardada por su tropas. En su ayuda llegan del sur los ejércitos capitaneados por el general Lisias y por Antíoco V, que derrotan a Judas Macabeo, obligándole a levantar el asedio. No obstante se evita la catástrofe, pues Lisias y Antíoco V se ven obligados a regresar urgentemente a Antioquía para asegurar el trono.

A la muerte de Antíoco IV, Epifanes,  le sucede, su hijo el joven regente Antíoco V, éste como era muy joven e inexperto en la guerra militar nombró a Lisias general experto que respondió al asedio que Judas Macabeo puso a la ciudadela de Jerusalén (el Akra) en el año 163. Derrotó a Judas Macabeo, y murió Eleazar, 1 Mac 6, 43-46. Sin embargo el general Lisias tuvo que regresar a Antioquía para defender sus territorios y firmó un tratado concediéndoles libertad para que los judíos “pudieran vivir según sus propias   leyes”, 1 Mac 6, 59. Con este tratado se podía decir que se había conseguido el objetivo de la rebelión de los Macabeos, pues se había dado fin a la opresión iniciada por su padre Antíoco IV. Pero los macabeos se sintieron tentados por la idea de afirmar aún más su poder político y su independencia nacional y sobre todo religiosa.

Lisias de Antioquía mandó a su general Nicanor para someter una vez más a los rebeldes macabeos y Judas Macabeo derrotó al general Nicanor en Cafarsamala y más tarde lo destrozó por completo en la batalla de Bet-Jorón y Adasa el día 13 del mes de Adar, (28 de marzo de 160, a.d.C.). Judas Macabeo no supo sacar todo el partido posible a su victoria y el rey Demetrio I envió a su general Báquides con un fuerte ejército, que consiguió derrotar a los judíos en la zona de Berea y Elasa, al norte de Jerusalén, 1 Mac 9, 4-5. Judas Macabeo murió y fue cuando empezaron las represalias contra el partido macabeo.

 A Judas Macabeo le siguió su hermano Jonatán (160-143), tomó el relevo del mando militar guerrillero de los judíos y pudo oponer resistencia a Báquides en Betbasi, era el año 159, a.d.C.
A Jonatán el Macabeo le sucedió su hermano Simón el Macabeo (143 – 134, a.d.C.) ocupó el puesto militar y se preparó para el ataque mediante la ocupación de la ciudad de Joppe. Simón el Macabeo se puso de parte de Demetrio II, a cambio de que fuera reconocida la independencia de los judíos. Así en el año 142, a.d.C. “el yugo de los paganos fue arrancado de Israel”, 1 Mac 13, 41, al ser reconocido Simón Macabeo como Sumo Sacerdote, Gobernador y Comandante militar del pueblo judío. Las aspiraciones de los Macabeos al mando militar, político y al Sumo Sacerdocio fueron legitimados por los mismos judíos, 1 Mac 14, 41: “hasta que apareciera un verdadero profeta” . Siguieron varios años de paz.

Simón el Macabeo fue traidoramente asesinado por su yerno de nombre Tolomeo, cerca de Jericó, y le sucedió en sus cargos su hijo Juan Hircano. En este punto termina el Libro 1º de Libro de los Macabeos.


8.2.6. Los Asmoneos (163 - 67)

Para el reinado de Juan Hircano y sus descendientes dependemos del escritor judío Flavio Josefo y sin sus escritos estaríamos casi por completo a oscuras respecto a este período en que los príncipes asmoneos reconstituyen un reino judaico independiente. Los escritores cristianos tienden a aplicar el término de “asmoneos” a la descendencia  de Juan Hircano, mientras que os escritores judíos, siguiendo al escritor Flavio Josefo y el Talmud, engloban en este título también a los predecesores de Juan Hircano, los hermanos Macabeos. No se está muy seguro de la etimología de esa palabra “asmoneos”, pero tradicionalmente se la relaciona con “Asamonaios”, (en hebreo “Hasmon”), identificado por Flavio Josefo como el bisabuelo de Matatías, padre, a su vez de Judas Macabeo.

La dinastía asmonea propiamente dicha comienza en el año 134 a.d.C. cuando Juan Hircano (134 –104 a.d.C.), que sucede a su padre Simón Macabeo, y asciende a Sumo Sacerdote del Templo, se nombra príncipe de los judíos. Durante su gobierno ha de hacer frente a la recuperación de la dinastía seléucida que, con Antíoco VII, llega a asediar la ciudad de Jerusalén.

La muerte de Antíoco VII, en el año 129 a.d.C. reabre una serie de conflictos internos entre los Seléucidas, que le permiten a Juan Hircano no sólo librarse del yugo extranjero, sino también extender sus propias fronteras. Herederos de esta política son sus dos hijos Aristóbulo I (104-103 a.d.C.) y Alejandro Yanneo (103-76 a.d.C.). Ambos son partidarios del helenismo, son muy criticados por los fariseos que llegan incluso a pedir la intervención de las tropas sirias de Demetrio III. En respuesta, Alejandro Yanneo inicia un proceso de dura represión antifarisáica durante el cual centenares de fariseos son crucificados.

En el año 76 a.d.C. el poder pasa a manos de su mujer Alejandra, la cual intenta reconciliarse con los fariseos. De los dos hijos, el primero Hircano II, llega a Sumo sacerdote y el segundo Aristóbulo II, asume la dirección del ejército.

A la muerte de su madre Alejandra, 67 – 63, a.d.C. apoyado en su potencia militar, Aristóbulo II obliga a su hermano a abdicar ciñéndose él mismo la corona real (67-63 a.d.C.). Serán estas tensiones dinásticas, agravadas por tensiones de naturaleza religiosa (Aristóbulo es apoyado por los saduceos e Hircano II por los fariseos), las que hagan precipitar las cosas: ambos apelan a Roma, que en el año 64-63 a.d.C. han anexionado Siria a su imperio, favoreciendo así la intervención del general romano Pompeyo y la ocupación de las legiones romanas de Palestina y así resolver el problema de sucesión de los dos últimos reyes macabeos.

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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.

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