Cristología - 4° Parte: La verdadera humanidad de Cristo

P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA

2. LAS DOS NATURALEZAS DE CRISTO Y CÓMO ESTÁN UNIDAS

CONTINUACIÓN


2.2. LA VERDADERA HUMANIDAD DE CRISTO

2.2.1. Realidad de la naturaleza humana de Cristo

Tesis 2ª
"Cristo asumió un cuerpo real, no aparente", (de fe).

2.2.1.1. Explicación

En esta tesis queremos afirmar que Cristo asumió un cuerpo humano real, es decir, no aparente. En efecto Jesús, nacido de la Virgen María es verdaderamente uno de los nuestros, no sólo por tener cuerpo y alma como la nuestra, sino también porque pertenece a nuestra familia humana, a la descendencia de Adán, a través de Abrahán, Isaac, Jacob y, con el correr de las generaciones, también pertenece al linaje de David según la carne, Lc 1, 27; Rom 1, 3.

2.2.1.2. Adversarios

Docetismo: Negaba la realidad del cuerpo humano de Cristo reduciendo a simple apariencia los hechos de la vida terrenal y humana de Cristo, principalmente su Pasión y muerte.

El Docetismo: Doctrina herética según la cual: "El Hijo de Dios, Jesucristo, no tuvo más que una naturaleza humana aparente: nació, padeció, murió, pero todo esto acaeció sólo en apariencia."
          
2.2.1.3. Magisterio de la Iglesia
S. Ignacio Obispo de Antioquía corrigió las doctrinas docetistas, afirmando: "Cristo asumió un cuerpo real, no simplemente aparente". (de fe). Denz 148. Finales del S. I y comienzos del S. II.
Santos Padres. Esta doctrina herética del docetismo fue combatida por S. Ignacio de Antioquía. S. Ignacio para refutar el docetismo se basa en los Santos Evangelios en los que se nos narran los hechos de la vida terrena de Jesús, en una forma que no deja lugar a dudas sobre la realidad de su cuerpo y de su alma. Y así, encontramos en el Evangelio de S. Lucas que Jesús después de su resurrección se aparece a sus discípulos y les dice: "palpad y ved, que un fantasma no tiene carne ni huesos, como véis que yo tengo". Lc 24, 39.  Pero es sobre todo el Evangelista S. Juan el que con su evangelio y con sus cartas combate a los herejes que niegan que Cristo se encarnó, l Jn 1, 1; 4, 2; 2 Jn 7.
Más tarde S. Ireneo y Tertuliano defendieron las fórmulas teológicas de S. Ignacio de Antioquía.

2.2.1.4. Sagrada Escritura

- Mt, 1,1 s.s. Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham".
- Jn 1, 14: "Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros".
- Gal 4, 4: "Llegada la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, bajo la ley...".
También vemos que en la resurrec­ción, Jesús, para convencer a sus discípulos, que todavía andaban vacilan­tes acerca de su persona, les confirma la realidad de su cuerpo humano diciendo: "Palpad y ved; que un espíritu no tiene carne ni huesos, como véis que yo tengo". Lc 24, 39.
       
2.2.1.5. Argumento teológico

Jesucristo asumió un cuerpo real en el seno virginal de la Virgen María. Si no hubiera asumido un cuerpo real, la Encarnación hubiera sido una mera apariencia, pero no fue así, Cristo tuvo una naturaleza humana igual a la nuestra en todo, menos en el pecado. Una naturaleza humana compuesta de cuerpo y alma. No admitimos de ninguna manera que Cristo tuvo una naturaleza humana aparente, o fantasmal, esto sería negar el valor intrínseco del misterio de la Encarnación y el misterio de la Redención. Asumimos como verdadero lo que enseña la Iglesia: "que Cristo asumió un cuerpo real, no simplemente aparente", Denz 148. Esta afirmación coincide con las palabras de Jesús después de su  Resurrección  en las que Cristo afirma a sus discípulos que Jesús posee un verdadero cuerpo humano antes y después de su muerte. Si negamos esta verdad de fe invalidamos todo el misterio de la Encarnación, los méritos de Cristo en la Cruz, en fin, todo el misterio de la Redención. etc.


2.2.2. Integridad de la naturaleza humana de Cristo

Tesis 3ª
"Cristo no solamente asumió un cuerpo humano sino también un alma racional". (de fe).
       
2.2.2.1. Explicación

Esta tesis está en perfecta conexión con la tesis anterior. Al afirmar que Cristo asumió realmente una naturaleza humana, ésta comprende cuerpo y alma, no solamente un cuerpo sino cuerpo y alma. Tomamos esta afirmación del Concilio de Calcedonia (451) que enseña, a propósito de la humanidad de Cristo: "Enseñamos unánimemente que hay que confesar a un solo y mismo Hijo y Señor nuestro Jesucristo. Perfecto en la divinidad y perfecto en la humanidad; verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, compuesto de alma racional y cuerpo; consustancial con el Padre según la divinidad perfecto en su humanidad, en todo semejante a nosotros menos en el pecado, ..." Denz. 301

2.2.2.2. Adversarios

Apolinarismo
Apolinar de Laodicea, Obispo de Laodicea (390): "Negaba el alma humana en Cristo juzgándola incompatible con su divinidad, enseñando que: El Logos tomó un cuerpo humano y un alma animal, ocupando el Logos divino el lugar del alma racional y espiritual que le faltaba".
Apolinar, (390), fue quien trató de hacer que la unión de la humanidad y divinidad de Cristo fuera lo más íntima posible. Pero deseoso de proteger la unidad de la persona de Cristo sacrificó la dignidad y realidad de su humanidad, negando la existencia del alma humana en Cristo.
Para lo cual adoptó una teoría tricotómica de la naturaleza humana; es decir, predicó que el hombre es un compuesto triple, a saber: Cuerpo (soma). Alma sensitiva (psijé). Y Alma pensante, intelectiva o espiritual (nous = sede de la libertad y del propio yo humano). Por tanto Cristo se compone tricotómicamente de: Cuerpo, Alma y el Verbo, que era la fuerza dominante de su humanidad. Y afirmaba: "Si Cristo tiene un entendimiento humano, estamos en presencia de dos naturalezas perfectas y hemos de confesar dos hijos, un Hijo de Dios y un Hijo de adopción; esta conclusión está en contra del Evangelio, y por lo tanto, el Verbo ocupa en Cristo el lugar, no ya del alma, sino del entendimiento. Además, la voluntad divina, cualidad esencial del "nous" es impecable, por el contrario, toda voluntad humana es pecaminosa.

2.2.2.3. Magisterio de la Iglesia

El Concilio Constantinopolitano I, (381), enseña contra Apolinar de Laodicea lo siguiente: "Anatematizamos a aquellos que dicen que el Verbo de Dios estuvo en la carne humana en lugar del alma racional".  Denz 159
La reacción de los Padres que profesaban la verdadera fe se fundaba en la realidad del misterio de la Encarnación, y decían: si Cristo no tiene un alma racional no es un hombre como nosotros, su humanidad no es consubstancial a la nuestra. Además, si no hay en Cristo ni voluntad, ni libertad humanas, no pudo merecer en favor de nosotros los pecadores, pues "nada que no haya sido asumido (por la encarnación) puede ser redimido".
La condenación solemne a esta herejía fue dada en el Concilio de Constantinopla en el año 381, que dice: "Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre, asumiendo no solamente un cuerpo sino también un alma racional". Denz  159
       
2.2.2.4. Sagrada Escritura

Acerca de la integridad de la natura­leza humana de Jesucristo:
Jesús mismo habla de su alma humana: "Mi alma está triste hasta la muerte", Mt 26, 38. Y en Lc 23, 46, dice: "¡Padre en tus manos escomiendo mi espíritu!".
La Sagrada Escritura nos habla de la muerte de Jesús diciendo que entregó su espíritu, Mt 27, 50; Jn 19, 30. La espiritualidad del alma de Cristo resalta de manera especial en sus oraciones de súplica y de acción de gracias, y en el sometimiento de su voluntad humana a la voluntad divina: "Padre, no se haga mi voluntad sino la tuya". Lc 22, 42.

2.2.2.5. Argumento teológico

En esta tesis hemos demostrado que la naturaleza humana de Cristo es íntegra, es decir, está compuesta de cuerpo y alma. No es suficiente decir que Cristo asumió un cuerpo humano, hay que decir que asumió cuerpo y alma humanos, y por lo tanto asumió una verdadera naturaleza humana y por ello es consubstancial a los hombres.
Y por ello afirmamos con el Concilio Constantinopolitano I (381) que: "Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre, asumiendo no solamente un cuerpo (humano) sino también un alma racional". Denz 159. Y las razones teológicas son muy claras:
- Porque el alma racional, lo mismo que el cuerpo, es una parte "esencial" de la naturaleza humana, de la que no puede prescindirse sin destruirla. Si Cristo ni hubiera asumido el alma racional, no sería verdadero hombre.
- El Logos no puede hacer las veces del alma racional humana, puesto que el alma humana es la forma sustancial del cuerpo y el Verbo no es la forma sustancial del cuerpo humano porque el Verbo no puede entrar en composición con ninguna cosa.


2.2.3. Origen adamítico de la naturaleza humana de Cristo

Tesis 4ª
"Cristo fue verdaderamente engendrado y nació de una hija de Adán, la santísima Virgen María". (de fe)

2.2.3.1. Explicación

Una particular garantía de la realidad e integridad de la naturaleza humana de Cristo es el haber sido verdaderamente engendrado por una madre humana y nacido de ella. Al nacer de una hija de Adán quedó incorporado, según su humanidad, a la descendencia de Adán. Su igualdad específica con los hombres llegó a ser de esta manera una comunidad de linaje; Cristo se convirtió en nuestro hermano.

2.2.3.2. Adversarios

Sectas gnósticas
Algunos Gnósticos como Valentín y Apeles, decían que Cristo había bajado de los cielos a la tierra con un cuerpo de índole espiritual y que pasó por la Virgen María sin tomar nada de ella: "de la misma manera que el agua fluye por un canal".
       
2.2.3.3. Sagrada Escritura

La Iglesia defendió en sus discusiones con estos gnósticos que Cristo fue engendrado y nació de la Virgen María, es decir, que fue concebido por ella y que tomó de ella su misma sustancia o naturaleza humana.
- Mt 1, 16 : "(María) de la cual nació Jesús".
- Lc 1, 31, : "Y he aquí que concebirás en tu seno y parirás un hijo ...".
- Gal 4, 4: "llegada la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer...".
       
Santos Padres, se señala principalmente a S. Ignacio de Antioquía como inculcador de que: "Cristo procede verdaderamente del linaje de David según la carne.. y que nació verdaderamente de una virgen".
       
2.2.3.4. Argumento teológico

La importancia redentora de la verdadera y completa humanidad de Cristo y de su descendencia común con nosotros radica, por una parte, en que asumió la misma naturaleza humana que iba a redimir: esta naturaleza humana la asumió de una hija de Adán, la santísima Virgen María, que estaba libre del pecado original y era el habitáculo ideal para que El Verbo del Padre por obra del Espíritu Santo asumiera una verdadera naturaleza humana completa, es decir, cuerpo y alma,  así estaba preparado para redimir del pecado y de la muerte eterna como verdadero Dios y como verdadero hombre a todo el género humano con Dios Padre en la reconciliación de la cruz, que El realizó por nosotros como verdadero hermano nuestro que era.







Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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