Tratado de Mariología - 3° Parte: María en la historia de la Salvación

P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA


4. MARÍA EN LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN


 Tras las discusiones sobre el esquema inicial, el Concilio optó por el método de la Historia de la salvación. De hecho el Capítulo VIII de la Lumen Gentium se abre con una alusión explícita al plan salvífico de Dios, que se realiza históricamente en el misterio de la Encarnación redentora de Cristo y en la Iglesia como sacramento universal de salvación; María se halla inserta en este misterio divino de Cristo y de la Iglesia y en el nº 52, dice: "El benignísimo y sapientísimo Dios, queriendo llevar a término la redención del mundo: "Pero al llegar la plenitud de los tiempos, envió a su Hijo nacido de Mujer... para que recibiésemos la adopción de hijos" (Gal 4, 4-5). "El cual por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación descendió de los cielos, y se encarnó por obra del Espíritu Santo de María Virgen". Este misterio divino de salvación se nos revela y continúa en la Iglesia, a la que el Señor constituyó como su Cuerpo y en ella los fieles, unidos a Cristo, su Cabeza, en comunión con todos sus Santos, deben también venerar la memoria "en primer lugar, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo."
         
Así, pues, el Concilio sitúa sus declaraciones sobre la Virgen María en un contexto histórico-salvífico y, con ello, elimina la posibilidad de un tratamiento autónomo y evita la impresión de que María sea una pieza suelta y aislada en el concierto de la creación y de la gracia, impresión que un cierto tipo de mariología, se venía cultivando últimamente. La inserción orgánica y armónica de María en el conjunto de la revelación no sólo se opone al aislacionismo mariológico, sino que determina la función primaria de la persona de la Virgen María, de su acción y de sus dones y privilegios, pues: su presencia en el proceso de salvación constituye un servicio a la redención (Nº 56) y contribuye a la glorificación de la Trinidad (Nº 69).
         
El enfoque histórico-salvífico aparece explícitamente en la primera parte del Capítulo VIII, titulada acertadamente: "Función de la bienaventurada Virgen María en la economía de la salvación", y preside todo el tratamiento, que describe la presencia de María en las diversas fases del misterio salvífico:

a. En la antigua alianza: María parece prefigurada proféticamente en la Sagrada Escritura como "Madre del Redentor" y como personificación del verdadero Israel, heredero de las promesas: ella es la "excelsa hija de Sión" y "sobresale entre los humildes y los pobres del Señor, que de él esperan y reciben con confianza la salvación", L.G. Nº 55.
b. En la plenitud de los tiempos: “La madre de Jesús aparece en una perspectiva funcional: da al mundo la vida que renueva todas las cosas y coopera al misterio de la redención, consagrándose totalmente como esclava del señor a la persona y la obra de su Hijo", L.G. Nº 56. El Concilio recoge los datos bíblico-tradicionales sobre la santidad de María y sobre su virginidad, así como los dogmas de la Inmaculada Concepción y la Asunción a los cielos, pero evita presentarlos como mero ornamento o don personal y tienen más bien "un significado salvífico y una función en orden al misterio de la Redención".
c. En el tiempo de la Iglesia: la Virgen María desempeña una función materna y ejemplar en el servicio de la única mediación de Cristo, (L.G. Nº 60-65). El culto a la Virgen María no se detiene en ella, sino que tiende a promover el culto trinitario y a fomentar la configuración de la Iglesia con Cristo, (L.G. Nº 65-66), pues, "María por haber entrado íntimamente en la historia de la salvación, reúne y refleja, por así decirlo, los datos principales de la fe" de suerte que, "cuando es objeto de la predicación y veneración, atrae a los creyentes hacia su Hijo, hacia su sacrificio y hacia el amor del Padre" (L.G. Nº 65). En particular la Virgen María revela a la Iglesia su destino final: es "la imagen y el principio de la Iglesia que ha de ser consumada con el siglo futuro" y constituye "un signo de segura esperanza y de consuelo" para el pueblo de Dios en peregrinación (L.G. Nº 68).
         
Así recuperando la mariología su dimensión histórico-salvífica, el Concilio libera a  María de una teología abstracta y atemporal y de la tendencia a constituir un simple catálogo de verdades marianas. De esta manera la Virgen María pertenece a la historia de la salvación y no puede ser separada de ella sin perder su función y su significado.


1.1. MARÍA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

El  Concilio  Vaticano  II  en la Constitución  Dogmática sobre la Iglesia, Nº  55, enumera tres pasajes del Antiguo Testamento que en sentido verdaderamente hablan de María: Gen 3, 15; Is 7, 14; Miq 5, 2, s.s. Según el mismo Concilio, en estos textos se descubre la figura de María si se los entiende "tal como se leen en la Iglesia y tal como se interpretan a la luz de una revelación ulterior plena".
         
Con ello se indica que la plena certeza del sentido mariológico de esos pasajes sólo se obtiene iluminándolos con el doble criterio extrínseco indicado por el texto del concilio: el modo cómo la Tradición los ha interpretado en la Iglesia y la ulterior aclaración que no pocos pasajes bíblicos van recibiendo por la revelación posterior, contenida frecuentemente en libros bíblicos más recientes. Sin embargo, a un nivel meramente científico, se puede mostrar la exégesis mariológica de estos pasajes como científicamente razonable. Si la exégesis mariológica se ilumina con el doble criterio extrínseco indicado por el texto del concilio, es porque previamente existía en los textos. Y, si existía, se puede descubrir con una suficiente racionabilidad científica.
        
Estudiaremos a continuación los pasajes del Antiguo Testamento a los que tanta importancia concede el Concilio Vat. II. No nos detendremos, en otros textos, nuestro interés se centrará en el análisis de dos citas: Gen 3, 15, y de Is 7, 14.


a). El Proto-Evangelio: Gen 3, 15: 

"Establezco enemistad entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar". Según parece, el primero en haber utilizado esta denominación fue el teólogo protestante Lorenz Rhetius, 1638, quien escribe: "Pues merece el nombre de Protoevangelio, porque es el primer evangelio, esta buena noticia que alentó al género humano privado de la gracia de Dios", (a causa del pecado original originado). En el siglo siguiente comienzan a usarlo los teólogos católicos.
         
En este versículo, después del pecado original originante de nuestros primeros padres Adán y Eva, y antes de ser expulsados del paraíso, Dios maldice a la serpiente y le habla así: "Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar". Un breve análisis de las palabras que aparecen en este versículo nos permitirá determinar a continuación el sentido completo de él:
         
- "Establezco": Ante todo, es importante que el verbo se encuentra en primera persona del singular y referido a Dios que habla. Es Dios quien establece la enemistad, de la que se habla enseguida. Una vez rota por el pecado original la amistad con Dios, sólo Dios puede restablecerla poniendo una enemistad contraria, una enemistad con el demonio. La salvación viene de Dios, no del demonio.
         
- "Enemistad": La palabra hebrea implica una mayor radicalidad de enemistad en singular que si estuviera en plural. Sólo puede emplearse cuando se trata de enemistad entre personas. Ulteriormente, la palabra hebrea aquí empleada significa una enemistad  habitual, implacable y profunda, de aquellas que no se satisfacen sino con derramamiento de sangre.
         
- "Entre ti", (la serpiente): La serpiente era una divinidad pagana a la que se daba culto en no pocas religiones de los pueblos vecinos de Palestina. Ahora bien, una idea habitual que aparece en A.T. es que los dioses paganos son demonios u obra de los demonios: Deut 32, 17; Lev 17, 17,7. El autor sagrado, al introducir en el relato, primero como tentador y después como sujeto al que se dirige, por parte de Dios, una profecía de castigo, una serpiente, es decir, una divinidad pagana, está presentándonos, de modo simbólico, al demonio como tentador y como sujeto sobre el que recae el anuncio de Dios acerca de un castigo que culmina en la destrucción de su poder.
         
- "y la mujer”: La expresión es sumamente concreta a Eva, pero existe por línea de descendencia se refiere a la Virgen María.
         
- "y entre tu linaje y su linaje": En el caso de: "tu linaje" (el linaje de la serpiente, Satanás), es un término colectivo, y no puede ser descendencia física sino moral, incluye a todos los hombres que siguen a Satanás. Refiriéndose a "su linaje" el de la mujer se ha de entender en sentido colectivo, es la descendencia física de Eva, aquí entra la Virgen María. Es obvio, en todo caso, la enemistad individual entre la mujer Eva (y su descendiente, María) y la serpiente y su sentido colectivo, se prolonga en una enemistad colectiva entre los respectivos linajes.
         
- "él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar": De nuevo se insiste en la enemistad y la lucha se individualizan. Sin duda "él te pisará la cabezal" hace referencia al linaje de la mujer (María y por lo tanto a su hijo Jesucristo). Teniendo en cuenta la concatenación simbólica del versículo, parece claro que el único descendiente de Eva que en el futuro destruirá el poder de Satanás es el Mesías, concretamente el Cristo; "mientras acechas tú su calcañar": Satanás intentará siempre desviar a los seres humanos de la salvación, por eso intentará "acechar el calcañar" de los seres humanos y por un tiempo lo conseguirá, pero será Cristo el que le pisará la cabeza y evitará la perdición eterna de todo el género humano. La victoria de Cristo sobre Satanás será total. Frente al poder del Mesías salvador, satanás no podrá hacer nada eficaz.
         
En todo caso, en la culminación del versículo quedan identificados los personajes que intervienen en la lucha decisiva: Cristo y Satanás. En el caso de María, es descendiente de Eva, pero en un sentido más profundo María es la "nueva Eva" en la que la enemistad con la serpiente tendría pleno cumplimiento. Históricamente la única mujer descendiente de Eva que ha tenido las enemistades plenas con Satanás es María, la Madre del Mesías, Cristo. De ella, pues, habrá de entenderse la frase como "la mujer" en el nivel más profundo del texto.
         
Este pasaje de Gen 3, 15, nos da a conocer dos rasgos fundamentales de María. Ella tuvo enemistades totales con satanás, lo que es tanto como hablar de la completa santidad de María, la nueva Eva que no acepta las tentaciones del maligno. Por otra parte, María aparece singularmente conectada y asociada a Cristo en la lucha contra satanás, que constituye, a lo largo de los siglos, el entramado de la historia de la salvación.


b). Señal de salvación de parte de Dios. Is, 7, 14: 

"Pues bien, el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, (Dios con nosotros)". Las circunstancias históricas de este texto se dan en el Reino del Sur (Judá) siendo rey Ajaz (735-715, antes de Cristo). Este rey fomentó la idolatría y el culto pagano. Tanto el profeta Isaías, Is 3, 3-15 como Miqueas 3, 1-4, describen las injusticias sociales cometidas durante su reinado; El rey Ajaz acabó siendo vasallo del monarca asirio, este texto hay que situarlo dentro del contexto de las alianzas políticas que hacían los países del Oriente Medio para luchar contra el gran imperio de Asiria. Países pequeños contrarios a los asirios, como Siria pidieron al rey Ajaz hacer una alianza, junto con otros países más chicos, para atacar al Imperio de  Asiria. El rey Ajaz fue invitado por el rey de Siria, Rasón y de Pecaj, rey del Norte de Israel, Samaria.
         
Ajaz no aceptó esta alianza con Siria y el Reino del Norte e hizo alianza con Asiria. Esto provocó la ira del rey de Siria Rasón, y de Pecaj. Ante esta negativa de realizar una alianza contra Asiria, ambos reyes invaden Judá, y Ajaz tiene que refugiarse en Jerusalén y prepararse para el asedio que se prevé difícil y desesperado. En este ambiente se comprenden los temores del rey Ajaz.
         
Ajaz sabía que era el sucesor legítimo de la dinastía del rey David en el reino de Judá y si él moría, la profecía de Dios: que de su casa saldría el Mesías salvador, no se cumpliría. En esta actitud hay una falta grave de fe. La profecía de Natán, 2 Sam 7, 12-16, tiene un solemne eco bíblico, y Ajaz debía tener fe y creer en la pervivencia de la dinastía davídica, de la que habría de nacer el Mesías, tenía una promesa absoluta de parte de Dios, no debía, pues, haber desconfiado de Dios. Por su falta de fe, en vez de confiar en la promesa profética de Natán sabiendo que Dios cumpliría la promesa, el rey Ajaz acude a aliarse con Asiria y se hace vasallo suyo, para lo cual tuvo que entregar gran parte de los tesoros guardados en el Templo de Jerusalén, cayendo en grave sacrilegio, sin percatarse de los peligros que suponían vivir en vasallaje de los asirios.
         
En este contexto histórico, Isaías es enviado por Dios para reprender al rey Ajaz, por haber hecho una mala alianza con Asiria. El profeta Isaías le exhorta a confiar en Dios en vez de confiar en el rey de Asiria,  Is 7, 3-6. El rey Ajaz desconfía de Dios y rechaza el milagro que el profeta Isaías le ofrece en nombre de Yahveh y le dice: "Pide para ti una señal de Yahveh tu Dios..." Dijo Ajaz:"No la pediré, no le tentaré a Yahveh", Is 7, 10-13.
         
A continuación, y vista la desconfianza y terquedad del rey Ajaz, que no quiere pedir un signo de poder del Dios todopoderoso, el profeta Isaías lleno de indignación le reprende por su hipocresía, con la que intenta ocultar, bajo un velo piadoso, su falta de fe en Yahveh, entonces Yahveh habla por le profeta Isaías y dice: "Pues bien, el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que una doncella está en cinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel".
         
Los exegetas han visto en esta profecía un texto mesiánico. El Emmanuel (Dios con nosotros) es el Mesías salvador. Si el Emmanuel es el Mesías,  la doncella que va a dar a luz un hijo es la Virgen María.  En este pasaje: "doncella" significa mujer joven, virgen. Estos dos motivos: una doncella virgen va a dar luz un hijo; y el nombre de Emmanuel (Dios con nosotros) obligan a tomar el signo de Dios como un verdadero signo de poder. No será una profecía vacía, sino un verdadero milagro del poder de Dios, es decir, la concepción de un hijo por parte de una virgen, sin dejar de ser virgen.
         
La revelación posterior de la historia de la salvación confirma que en Is 7, 14 se trata de la concepción virginal del Mesías. Así han entendido este versículo tanto el evangelista Mateo, 1, 22: "Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta (Isaías): "Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le podrá por nombre Emmanuel, que traducido significa "Dios con nosotros". E igualmente en Lc 1, 31: "vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús". Mateo dice expresamente que en la concepción virginal de Jesús se cumplió lo anunciado en Is 7, 14. Lucas construye el núcleo central del anuncio del ángel a María calcándolo literariamente sobre Is 7, 14. También la Tradición Patrística es unánime en el modo de interpretar este pasaje.


c. Otra señal de Dios: Miq 5, 2,s.s: 

"Por eso él los abandonará hasta el momento en que la parturienta dé a luz y el resto de sus hermanos vuelva con los hijos de Israel. Pastoreará firme con la fuerza de Yahvé, con la majestad del nombre de Yahvé su Dios". Este pasaje es significativo por las alusiones concretas que hace a María como Madre y al mesianismo de Cristo. El Concilio Vaticano II, en la Const. dogmática sobre la Iglesia, L.G. nº 55, enseña que María es la Virgen que concibe y da a luz un Hijo, que se llamará Emmanuel, según el pasaje estudiado en Is 7, 14. Y en Miqueas 5, 2, vemos la misma alusión a la maternidad y al mesianismo de Cristo como buen pastor. María aparece como la Madre virginal del Mesías salvador.



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Agradecemos al P. Ignacio Garro S.J. por su colaboración.

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