San Ignacio de Loyola



El 31 de julio se celebra la fiesta litúrgica dedicada a San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús y autor de los Ejercicios Espirituales, invitamos a leer nuestras publicaciones dedicadas a su vida y su obra:


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El tesoro escondido y la perla de gran valor

El P. Adolfo Franco S.J., nos comparte su reflexión sobre el evangelio del Domingo XVII del T.O., nos recuerda "La parábola del tesoro escondido nos cuestiona ¿cuál es nuestro máximo interés en la vida?". Acceda AQUÍ.


Devocionario

Compartimos con todos ustedes este pequeño devocionario con los rezos católicos más conocidos y más utilizados en la vida diaria, para poder hacerlos oración de manera personal o en comunidad. Hemos colocado un ingreso directo en la columna izquierda, que estará de manera permanente. Acceda AQUÍ.

La Misa: 2° Parte - La Cena Pascual Judía

En esta segunda parte que presentamos, el P. Rodrigo Sánchez Arjona Halcón, S.J. escribió sobre la vivencia religiosa provocada por el rito de la Misa. Nos interesa conocer la vivencia religiosa de los piadosos judíos en la cena pascual, pues esa vivencia religiosa nos permite vislumbrar los sentimientos de Jesús en su última cena, de donde ha brotado la Eucaristía cristiana, la Misa Católica. Acceda AQUÍ.

La Iglesia - 27º Parte: Propiedades esenciales de la Iglesia - Es Apostólica

El P. Ignacio Garro, S.J. finaliza el apartado sobre las propiedades de la Iglesia explicándonos sobre su apostolicidad, que designa la identidad de la Iglesia con la institución de los Doce Apóstoles por Jesucristo como cimiento del ser de la Iglesia. Acceda AQUÍ.

¿Qué es el Año Litúrgico? - 2° Parte

Continuamos presentando los escritos del P. Rodrigo Sánchez Arjona Halcón, S.J., en esta segunda entrega se continúa con el tema sobre el Misterio de Cristo y el Año Litúrgico, explicando sobre la Misa y la Liturgia de las Horas u Oficio Divino. Acceda AQUÍ.

Historia de la Devoción al Corazón de Jesús en el Perú - 4° Parte: Su expansión

Continuamos compartiendo los escritos del +P. Rubén Vargas Ugarte, S.J. referentes a este tema, en esta oportunidad presentamos cómo se inició su expansión de la devoción del Sagrado Corazón en América y el primer templo dedicado a su culto. Acceda AQUÍ.

Adoración Eucarística para la Santificación de los Sacerdotes y la maternidad espiritual - Mensaje de SS Benedicto XVI y experiencia de San Agustín

En esta oportunidad iniciamos la publicación de las experiencias de hermanos y hermanas consagradas a Dios que han sido objeto de la oración de la Iglesia. En esta oportunidad compartimos el mensaje del papa Benedicto XVI y la experiencia de San Agustín. Acceda AQUÍ.

Carta apostólica ROSARIUM VIRGINIS MARIE - San Juan Pablo II

Para poder tener una vivencia más profunda durante el rezo del Santo Rosario, compartimos esta Carta Apostólica escrita por San Juan Pablo II. Acceda AQUÍ.

Ofrecimiento Diario - Intenciones para el mes de AGOSTO


Para orar con el Papa y la Conferencia Episcopal Peruana a través de las Intenciones encomendadas al Apostolado de la Oración para el mes de AGOSTO. Acompañamos las intenciones con textos seleccionados para su reflexión. Acceda AQUÍ.


Tomad Señor - San Ignacio de Loyola




Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad,
mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad,
todo mi haber y mi poseer;
Vos me los distes; a Vos, Señor, lo torno;
todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad;
dadme vuestro amor y gracia; que ésta me basta.
Amén.





Ofrecimiento Diario - Intenciones para el mes de AGOSTO





APOSTOLADO
DE LA
ORACIÓN

INTENCIONES PARA EL 
MES DE AGOSTO



Ofrecimiento Diario

Ven Espíritu Santo, inflama nuestro corazón en las ansias redentoras del Corazón de Cristo, para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras, en unión con él, por la redención del mundo.

Señor mío y Dios mío Jesucristo:

Por el Corazón Inmaculado de María me consagro a tu Corazón y me ofrezco contigo al Padre en tu santo sacrificio del altar; con mi oración y mi trabajo, sufrimientos y alegrías de hoy, en reparación de nuestros pecados y para que venga a nosotros tu reino.

Te pido en especial por las intenciones encomendadas al Apostolado de la Oración.




Por las Intenciones del Papa


Intención General

Para que los refugiados, obligados a abandonar sus casas por la violencia, sean acogidos con generosidad y sean respetados sus derechos.





Intención Misional

Para que los cristianos en Oceanía anuncien con alegría la fe a todos los pueblos del continente.




Por la Conferencia Episcopal Peruana

Para que la catequesis preparatoria para la Primera Comunión y para el sacramento de la Confirmación, pongan las bases de una futura y auténtica vida cristiana.



REFUGIADOS

“...Puede experimentar también relaciones nuevas y acogedoras, que les alienten a contribuir al bienestar de los países de acogida con habilidades profesionales, su patrimonio socio-cultural y también, a menudo, con su testimonio de fe, que estimula a las comunidades de antigua tradición cristiana, anima a encontrar a Cristo e invita a conocer la Iglesia" (Benedicto XVI. Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2013. 12.10.2012 Extracto)


APARECIDA, MISIÓN CONTINENTAL

La Iglesia denuncia la práctica de la discriminación y del racismo, pues ofende en lo más profundo de la dignidad humana, creada "a imagen y semejanza de Dios" 533.


Eucaristía
Misa votiva de la Santísima Eucaristía.

Palabra de Dios
Génesis 18,1-10. Abrahan acoge a sus visitantes.
Éxodo 22,21(20). Ustedes también fueron extranjeros en Egipto.
Mateo 25,31-45. Fui forastero y me dieron alojamiento.

Reflexionemos
¿Conozco personalmente el drama de los desplazados o estoy bien informado?
¿En mi entorno, qué se hace por las personas desplazadas y refugiadas?



Invitación

A participar de la Misa dominical de 11:00 AM en la Parroquia de San Pedro y a acompañarnos en las reuniones semanales a las 12:00 M en el claustro de la parroquia, todos los domingos. 

Asimismo, invitamos a la Misa de los primeros viernes de cada mes en Honor al Sagrado Corazón de Jesús, a las 7:30 PM en San Pedro.


Para conocer más acerca del Apostolado de la Oración y sus actividades acceda AQUÍ



Visítenos en:

http://www.apostlesshipofprayer.net. Elegir idioma ESPAÑOL, hacer clic en ventana “Oración y Servicio”
www.jesuitasperu.org Apostolado parroquial
www.sanpedrodelima.org


¡ADVENIAT REGNUM TUUM!
¡Venga a nosotros tu reino!




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El tesoro escondido y la perla de gran valor

P. Adolfo Franco, S.J.

DOMINGO XVII
del Tiempo Ordinario

Mateo 13, 44-52

La parábola del tesoro escondido nos cuestiona ¿cuál es nuestro máximo interés en la vida?


Este párrafo del Evangelio nos trae a consideración varias parábolas de San Mateo; todas estas parábolas se refieren siempre al Reino de los Cielos. Describen además reacciones y actitudes que tenemos ante el mensaje del Señor. Dos de ellas (la del tesoro escondido y la de la perla de gran valor) son paralelas: dos situaciones diferentes de la vida pero que ilustran un mismo mensaje.

La parábola del tesoro escondido nos habla de un buscador de tesoros que un día se pone a cavar en un terreno y de pronto empieza a ver un cofre que esconde un tesoro; podemos sentir su emoción en el momento en que comienza el hallazgo. Y cómo se desencadenan una serie de consecuencias y decisiones, a toda velocidad, pues la alegría es enorme. Tapa el tesoro (se supone que no pertenece a nadie), y va a comprar aquel campo. No importa si para poder comprar ese campo tiene que vender todo lo que tiene; porque todo lo que tiene es nada en comparación con ese maravilloso tesoro.

Tres elementos básicamente hay en esta pequeña y emocionante historia: una persona que busca un tesoro, un hallazgo sorprendente de enorme valor, y la venta de todo lo personal para conseguir el tesoro.

Podemos aplicar esto a nuestra propia vida. Todos vamos caminando como buscadores de tesoros; en nuestros sueños hemos imaginado que nos tocaba un premio, que obteníamos un puesto elevado en nuestra profesión, que teníamos un triunfo clamoroso. Y en nuestra vida real, ya no en los sueños, buscamos sobresalir, queremos alcanzar la excelencia, queremos ser el primero en la competencia, un insaciable deseo de progresar, la necesidad de dar plenitud de sentido a nuestras vidas, son todas ellas actitudes que caben perfectamente en la descripción del hombre que va buscando un tesoro. Es el destino del ser humano, el ser un noble buscador de tesoros. El ser humano está destinado a elevarse por encima de lo rastrero.

Pero más allá de cualquier búsqueda de ésas, hay necesidades más hondas; más hondas que el sobresalir y el triunfar. Buscamos la verdad, buscamos el amor y buscamos a Dios. El hombre tiene una sed de verdad: necesita saber lo que es auténtico, lo que tiene consistencia, no simplemente se trata de buscar pequeñas verdades, sino La Verdad: esa afirmación real que hace coherente la vida humana, y el mundo que nos rodea. Buscamos un Amor en el cual pueda descansar nuestro corazón y todo su gran deseo de entrega: el corazón necesita ser entregado, necesita entrar en total comunión. Y buscamos a Dios, porque es el que está detrás de esa Verdad Única que queremos alcanzar; y es el depositario del Amor Total con el que queremos entrar en comunión.

El que busca a Dios termina encontrándolo. El tesoro que buscamos es Jesucristo; El es el Reino de los Cielos. Jesús se convierte en descubrimiento en algunos momentos de la vida. Y esto porque, si nosotros lo buscamos, más nos busca El. El descubrimiento se produce ciertamente para aquel que busca de verdad. Unas veces el descubrimiento viene por una lectura, otras veces en una enfermedad, unos días de reflexión en un retiro. El encuentro se produce de formas muy variadas. Hay algún convertido que lo encontró al ver correr el agua por debajo de un puente, otro lo encontró escuchando un fragmento musical. Lo que es necesario destacar es que el descubrimiento se produce.

Y este descubrimiento ocasiona emoción; la misma emoción que tendría un buscador que encuentra un cofre lleno de monedas de oro. Y mucho más, porque es un tesoro de un valor incalculable. El encuentro con Jesús, el descubrimiento de El como la verdad total de la vida, como el amor puro, produce vibración, conmoción. Se siente la certeza de haber encontrado todo lo que se podía buscar.

Y este encuentro cuestiona a la persona que ha encontrado el tesoro; la persona quiere tener para siempre esa maravilla que ha encontrado, y sabe que tiene que adquirirlo: el descubrimiento ha sido gratuito, Dios se ha hecho encontrar, y ahora hay que retenerlo, para que ese tesoro no se desvanezca y quede en simple recuerdo. Hay que pagar el precio, de algo cuyo valor es infinito, como es Dios. Naturalmente que no tenemos nada en nosotros que sea de valor infinito, pero Dios se contenta con que le demos nuestra vida. Es como el óbolo de la viuda en el templo, a la que Jesús alabó, porque dio todo lo que tenía para vivir. Eso es lo que Dios nos pide para ser el tesoro de nuestro propio corazón, que le demos absolutamente todo. Nos dieron ejemplo los apóstoles, que cuando descubrieron el tesoro, descubrieron a Jesús, dieron todo para seguirlo.

Buscar el tesoro ¡qué importante es! Encontrar el tesoro ¡qué afortunado es el que lo encuentra! Vender todo para adquirir ese tesoro ¡qué gran reto, y qué gran tarea para la vida!



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Agradecemos al P. Adolfo Franco, S.J. por su colaboración.
Para acceder a otras reflexiones del P. Adolfo acceda AQUÍ.

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DEVOCIONARIO

Rezos católicos






































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El Santo Rosario

Nuestra Señora de Fátima nos pide rezar el Santo Rosario diariamente



Desde el principio de la Iglesia, los cristianos rezan los salmos como lo hacen los judíos.

Más tarde, en muchos de los monasterios se rezan los 150 salmos cada día. Los laicos devotos no podían rezar tanto pero querían según sus posibilidades imitar a los monjes. Ya en el siglo IX había en Irlanda la costumbre de hacer nudos en un cordel para contar, en vez de los salmos, las Ave Marías.

Los misioneros de Irlanda más tarde propagaron la costumbre en Europa y hubo varios desarrollos con el tiempo.


La Madre de Dios, en persona, le enseñó a Sto. Domingo a rezar el rosario en el año 1208 y le dijo que propagara esta devoción.

El Rosario, una de las devociones marianas más extendidas en el pueblo cristiano y que arranca del celo apostólico de Santo Domingo, es para el Diccionario de la Real Academia Española: «Rezo de la Iglesia, en que se conmemoran los veinte misterios principales de la vida de Jesucristo y de la Virgen, recitando después de cada uno un Padre Nuestro, diez Ave Marías y un gloriapatri.» En verdad ahí están enunciados los elementos esenciales que lo constituyen, a los que se añaden, según las regiones y devociones, otros también importantes. Si se nos permite, podríamos decir que el Rosario está formado por materiales evangélicos de primera calidad: la selección de los misterios, ordenados en cuatro grupos, gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos, que son pasos decisivos de Jesús y de María que nos llevan de la Anunciación y Encarnación hasta la venida del Espíritu y la coronación de la Virgen; la oración que Jesús nos enseñó para dirigirnos al Padre, y la que la tradición de la Iglesia ha elaborado para saludar a María, empleando en parte las palabras que le dirigieron el Ángel y su prima Isabel; y, como broche de cada decena de Ave Marías, la fórmula de alabanza trinitaria. Hay que añadir que son partes esenciales del Rosario la meditación y contemplación de los misterios, sin la que su rezo quedaría como un cuerpo sin alma, y las oraciones vocales impregnadas de ese clima de oración y devoción. La Iglesia celebra el 7 de octubre la fiesta de Nuestra Señora, la Virgen del Rosario.

En cuanto a la forma de rezar el Rosario, digamos que lo más habitual es contemplar cada día cinco misterios: los lunes y sábados, los Misterios Gozosos, los jueves, los Luminosos, los martes y viernes, los Dolorosos, y los miércoles y domingos, los Gloriosos, a no ser que la celebración de las fiestas o tiempos litúrgicos aconseje otra opción. Suele formar parte del Rosario la letanía, "deprecación a la Virgen con sus elogios y atributos colocados por orden", de la que hay varias fórmulas. Ofrecemos también algunos otros elementos de uso particular, que pueden libremente omitirse.

Para mayor comprensión y profundidad en el rezo del Santo Rosario acceda a la Carta Apostólica sobre el Santo Rosario "Rosarium Virginis Marie" del papa San Juan Pablo II.



REZO DEL SANTO ROSARIO

PASOS

1. Signarse y rezar el Credo o el acto de contrición
2. Rezar el Padre nuestro
3. Rezar 3 Ave Marías y Gloria.
4. Anunciar el primer misterio. Rezar el Padrenuestro.
5. Rezar 10 Ave Marías, Gloria y Jaculatoria.
6. Anunciar el segundo misterio. Rezar el Padrenuestro.
7. Rezar 10 Ave Marías, Gloria y Jaculatoria.
8. Anunciar el tercer misterio. Rezar el Padrenuestro.
9. Rezar 10 Ave Marías, Gloria y Jaculatoria.
10. Anunciar el cuarto misterio. Rezar el Padrenuestro.
11. Rezar 10 Ave Marías, Gloria y Jaculatoria.
12. Anunciar el quinto misterio. Rezar el Padrenuestro.
13. Rezar 10 Ave Marías, Gloria y Jaculatoria.
14. Rezar la Salve, las Letanías y las oraciones finales.




NOTA:
LAS INVOCACIONES QUE EL PAPA FRANCISCO PIDE REZAR POR LA IGLESIA CONTRA EL MAL QUE DIVIDE, SE ENCUENTRAN AL FINALIZAR EL REZO DEL SANTO ROSARIO. (ÍTEM 7)





REZO DEL SANTO ROSARIO

Se anuncia los misterios a contemplar:

  • Los misterios gozosos:   lunes y sábado.
  • Los misterios de luz:      jueves.
  • Los misterios dolorosos: martes y viernes.
  • Los misterios gloriosos:  miércoles y domingo.

1. SIGNARSE


+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.
+En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.


2. ORACIONES INICIALES

2.1. CREDO DE LOS APÓSTOLES


Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.


2.2. ACTO DE CONTRICIÓN


Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.


2.3. PADRE NUESTRO


Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. 
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.


2.4. AVE MARÍA (3)


Dios te salve, María, Virgen Santa en tus manos encomiendo mi fe para que la ilumines; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.




Dios te salve, María, Virgen Santa, en tus manos encomiendo mi esperanza para que la alientes; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.



Dios te salve, María, Virgen Santa, en tus manos encomiendo mi caridad para que la aumentes; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

2.5. GLORIA


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.


3. PROCLAMACIÓN DEL MISTERIO RESPECTIVO

(Para acceder a los Misterios Meditados seleccione el enlace de los títulos)


Lunes y Sábados:

Primer misterio gozoso


Contemplamos la Anunciación y Encarnación del Hijo de Dios en las purísimas entrañas de la Virgen María.

Dijo el ángel: "No temas, darás a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús"... Dijo María: "Hágase en mí según tu palabra". (Ver Lc. 1,30.38)

Desde niña en Nazaret, la Virgen había pensado un plan para su propia vida. El Padre del cielo quería algo mucho más grande para ella. Lo más grande que nadie se pueda imaginar. Como buena hija, ella aceptó libremente la invitación. Así llegó a ser la Madre del mismo Dios.

Espíritu Santo, abre siempre nuestros corazones, para decirle con alegría al Padre del cielo: "hágase tu voluntad". Amén.


PADRE NUESTRO (1)

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. 

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.



AVE MARÍA (10)

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

GLORIA (1)



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

JACULATORIAS

(Puede usarse una de estas dos)
  • María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  • Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)

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Segundo misterio gozoso


Contemplamos la Visitación de María Santísima a su prima Santa Isabel.

Isabel exclamó: "¡Bendita tú entre la mujeres y bendito el fruto de tu vientre!". Entonces, dijo María: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, su nombre es Santo. Él levantó a los humildes y a los pobres". (Ver Lc 1,42.46-55)

La Virgen daba gracias al Señor por llevar a Jesús en su vientre. Pero dejó Nazaret para ir a ayudar a Isabel en su parto. Ante el especial saludo de su prima, proclamó su cántico de gratitud al Señor.

Cuida, Señor, la vida que crece en cada una de las mamás que esperan un hijo y que todos reconozcamos que el aborto es la muerte de un inocente. Enséñanos a estar dispuestos a ayudar a los otros. Amén.


PADRE NUESTRO (1)

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. 

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.



AVE MARÍA (10)

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


GLORIA (1)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

JACULATORIAS

(Puede usarse una de estas dos)
  • María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  • Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)

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Tercer misterio gozoso


Contemplamos el nacimiento del Niño Jesús en el pobre y humilde portal de Belén.

María dio a luz a su Hijo. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. No había lugar para ellos en la posada. A los pastores, el ángel les dijo: "No teman, les anuncio una gran alegría. Les ha nacido el Salvador". (Ver Lc. 2, 7-11)

El Hijo del Padre, la Segunda Persona de la Trinidad, nace en un pesebre entre animales. Este Dios es niño, no hombre adulto. Nadie puede temerle. Los primeros invitados son unos pobres pastores.

Padre, en Belén los ángeles anunciaron el nacimiento del Salvador, concédenos la gracia de conocerlo internamente para más amarle y servirle.


PADRE NUESTRO (1)

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. 

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.



AVE MARÍA (10)

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


GLORIA (1)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

JACULATORIAS

(Puede usarse una de estas dos)
  • María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  • Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)

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Cuarto misterio gozoso


Contemplamos la Presentación del Niño Jesús en el Templo.

María y José llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor. El anciano Simeón alabó a Dios: "He visto la luz". Y dijo a María: "Él será causa de discusiones. A ti te atravesará un dolor como de una espada" (Ver Lc 2,22.28-35)

En el templo de Jerusalén, el anciano reconoce que este Niño viene a salvarnos de nuestros pecados. La Virgen, desde ya, sabe que deberá sufrir mucho para acompañar a su Hijo.

San José, recuérdanos las palabras de Simeón y a comprender el sentido de la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo. Amén.



PADRE NUESTRO (1)

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. 

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.



AVE MARÍA (10)

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


GLORIA (1)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

JACULATORIAS

(Puede usarse una de estas dos)
  • María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  • Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)

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Quinto misterio gozoso


Contemplamos al Niño Jesús perdido y hallado en el Templo.

María y José hallaron al Niño entre los maestros del templo. Su madre le dijo: "Tu padre y yo te buscábamos angustiados". Él contestó:"¿No sabían que yo debía estar en la casa de mi Padre?". En Nazaret, Jesús crecía y obedecía (Ver Lc. 2, 42.48-52)

También en la Sagrada Familia tuvieron días difíciles. Así como cuando Jesús se perdió en el templo para contar de su Padre. La Virgen no entendió las explicaciones de su Hijo, pero las seguía pensando en su corazón.

Madre nuestra, protege con su manto a las familias que corren el riesgo de la división y de los ataques de una sociedad que no reconoce su importancia. Amén.


PADRE NUESTRO (1)

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. 

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.



AVE MARÍA (10)

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


GLORIA (1)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


JACULATORIAS

(Puede usarse una de estas dos)
  • María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  • Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)

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Jueves:

Primer misterio luminoso


Contemplamos el bautismo de Jesús en el río Jordán.

Dijo Juan: "El que viene los bautizará con Espíritu Santo y fuego". También Jesús se dejó bautizar. El cielo se abrió. El Espíritu Santo bajó sobre Jesús en forma de paloma. Se escuchó la voz del Padre diciendo: "Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco." (Ver Mc 1,11 - Lc 3, 16.21-22) 

A orillas del río Jordán, Dios manifestó que Él no es un solitario. Dio a conocer que es un amor de Tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Querido Padre, por el bautismo fuimos hechos hijos y hermanos. haz que todos los bautizados vivamos como familia en el mundo entero. Amén.



PADRE NUESTRO (1)

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. 

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.



AVE MARÍA (10)

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

GLORIA (1)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


JACULATORIAS

(Puede usarse una de estas dos)
  • María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  • Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)

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Segundo misterio luminoso


Contemplamos a Jesús y María en las bodas de Caná.

La Virgen dice a Jesús: "No tienen vino" A los sirvientes indicó: "Hagan todo lo que Él les diga". Por Jesús, el agua se convirtió en vino, y los discípulos creyeron en Él. (Ver Jn 2, 1-11)

Su primer milagro fue alegrar una fiesta de matrimonio. La Virgen trató que la celebración no fracasara. Le pidió a su Hijo hacer algo. Él la escuchó. En Caná, comenzó la fe de los Apóstoles.

Madre, atenta Mujer en Caná, pide a tu Hijo por nuestras familias y por todo el mundo. Nosotros trataremos de hacer cuanto nos diga Jesús. Amén


PADRE NUESTRO (1)

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. 

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.



AVE MARÍA (10)

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


GLORIA (1)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


JACULATORIAS

(Puede usarse una de estas dos)
  • María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  • Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)

***


Tercer misterio luminoso


Contemplamos a Jesús que anuncia el Reino de Dios e invita a la conversión.

El rey Herodes había encerrado en la cárcel a Juan Bautista. Por entonces, Jesús fue a Galilea, a contarles a todos la Buena Noticia de Dios. Decía: "Llegó el Reino de mi Padre. Conviértanse, crean en mi Evangelio". (Ver Mc 1, 14-15)

Jesús no sólo predicaba un mundo nuevo. Él quería a cada persona de una forma nunca vista. A todos trataba con misericordia, los invitaba a seguirlo y cambiar de vida.

Señor, para poder convertirnos, nos dejaste el sacramento de la reconciliación. No permitas que desperdiciemos tan grande regalo tuyo. Amén.


PADRE NUESTRO (1)

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. 

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.



AVE MARÍA (10)

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


GLORIA (1)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


JACULATORIAS

(Puede usarse una de estas dos)
  • María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  • Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)

***


Cuarto misterio luminoso


Contemplamos la transfiguración de Jesús en el monte Tabor.

Jesús subió con Pedro, Santiago y Juan, al monte Tabor. una poderosa luz envolvió al Señor. Pedro le dijo: "Es bueno estar aquí, quedémonos". Desde la nube, el Padre habló: "Éste es mi Hijo querido, escúchenlo". (Ver Mc 9,2-7)

Estos Apóstoles son los más amigos de Jesús. Ellos lo verán angustiado en un huerto con viejos olivos en Getsemaní. Para soportar tal prueba, el Padre ya los prepara: les muestra a Cristo como un sol victorioso.

Apóstoles Pedro, Santiago y Juan, pidan a Dios para que cuando estemos alegres, Él nos haga fuertes, y así, en el dolor le seamos fieles. Amén.


PADRE NUESTRO (1)

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. 

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.



AVE MARÍA (10)

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


GLORIA (1)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


JACULATORIAS

(Puede usarse una de estas dos)
  • María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  • Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)

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Quinto misterio luminoso


Contemplamos la institución de la Eucaristía.

Escribe San Pablo que el Señor, la noche cuando fue traicionado, tomó pan, dio gracias, lo partió y dijo: "Éste es mi Cuerpo". Tomó el cáliz y dijo: "Ésta es la copa de mi Sangre. Hagan esto en recuerdo mío". (Ver 1 Cor 11, 23-25)

La Eucaristía renueva la muerte y resurrección de Jesús. Nos da su Cuerpo y su sangre. Él se queda vivo en los Sagrarios. Para que este regalo dure por todos los años y todos los siglos, nos da sacerdotes.

Espíritu Santo, danos la gracia de participar de corazón en la Eucaristía y nos preparemos adecuadamente. Despierta abundantes vocaciones sacerdotales para tener siempre a Jesús Sacramentado junto a nosotros.


PADRE NUESTRO (1)

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. 

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.



AVE MARÍA (10)

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


GLORIA (1)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


JACULATORIAS

(Puede usarse una de estas dos)
  • María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  • Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)

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Martes y Viernes:

Primer misterio doloroso


Contemplamos la oración de Jesús en el huerto de Getsemaní.

Jesús siente mucho miedo. Dice a Pedro, Santiago y Juan: "me muero de angustia". Después suplica: "Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya". Suda sangre. Judas lo traiciona con un beso. (Ver Mc 14, 33-36; Lc 22, 44)

Jesús es Dios y es hombre como nosotros, menos en el pecado. por eso le atormentó el miedo. Llama al Padre con la palabra más cariñosa: "Abba", "papito querido" y le obedece.

Jesús, socorre Tú a cuantos sufren angustias. En las horas más difíciles, danos fuerza para aceptar en paz lo que nuestro Abbá nos pide. Amén.

  
PADRE NUESTRO (1)

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. 

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.



AVE MARÍA (10)

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


GLORIA (1)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


JACULATORIAS

(Puede usarse una de estas dos)
  • María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  • Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)

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Segundo misterio doloroso


Contemplamos la flagelación de Jesús, atado a la columna.

Pilato le dijo al pueblo: "No encuentro ningún delito en Jesús. ¿Quieren que suelte al rey de los judíos?". Ellos gritaron: "No, libera a Barrabás". Barrabás era un bandido. Entonces, Pilato mandó a azotar a Jesús. (Ver Jn 18, 38-40; 19, 1)

Pilato sabe que no hay culpa en Jesús. Pero tiene miedo a quedar mal. Mandar soltar a un asesino y azotar con crueldad al Señor. Hoy, muchos inocentes mueren mártires por Cristo.

Espíritu Santo, danos gobernantes justos. fortalece a los perseguidos por ser fieles a Cristo y a su Iglesia. Convierte a sus perseguidores. Amén.


PADRE NUESTRO (1)

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. 

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.



AVE MARÍA (10)

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


GLORIA (1)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


JACULATORIAS

(Puede usarse una de estas dos)
  • María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  • Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)

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Tercer misterio doloroso


Contemplamos la coronación de espinas de Jesús.

Los soldados desnudaron a Jesús y le colocaron en la cabeza una corona de espinas. Le golpeaban y se burlaban de Él. después se lo llevaron para crucificarle. (Ver Mt 27, 27-31)

Cristo pudo escoger la corona más preciosa. Prefirió las espinas. Pudo llamar a los ángeles para que le defendieran. No quiso. El Rey se hizo esclavo. Todo por salvarnos del pecado.

Jesús, danos un corazón humilde y servicial. Úsanos para consolar y apoyar a los pobres y los débiles, a los enfermos y postergados. Amén.


PADRE NUESTRO (1)

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. 

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.



AVE MARÍA (10)

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


GLORIA (1)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


JACULATORIAS

(Puede usarse una de estas dos)
  • María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  • Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)

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Cuarto misterio doloroso


Contemplamos a Jesús con la cruz a cuestas, camino del Calvario.

Los soldados sacaron a Jesús para crucificarlo. Pasaba por allí Simón de Cirene, y lo obligaron a ayudar a llevar la cruz. Condujeron a Jesús hasta el Gólgota (que en griego, significa "lugar de la Calavera") (Ver Mc 15, 20-22)

Al compartir la carga, ve Simón que Jesús es bueno, paciente. Quien lo consuela de verdad es su madre. Se miran con inmenso amor. Ella lo sigue hasta la cumbre del monte Calvario.

Querida Madre, cuando el Señor nos pida compartir el peso de su cruz, ayúdanos a decirle: "Sí, voy contigo". Amén.


PADRE NUESTRO (1)

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. 

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.



AVE MARÍA (10)

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


GLORIA (1)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


JACULATORIAS

(Puede usarse una de estas dos)
  • María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  • Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)

***


Quinto misterio doloroso


Contemplamos la crucifixión y muerte de Jesús.

Lo crucificaron. Él exclamó: "Perdónalos, no saben lo que hacen". Dijo a su madre: "Mujer, éste es tu hijo" y a Juan: "Esta es tu madre". Jesús murió. Le atravesaron con una lanza. De la herida brotó sangre y agua. (Ver Lc 23, 33-34; Jn 19, 26-27.30-34)

Jesús es el único que puede librarse de la muerte. Él quiso morir para salvarnos. Murió perdonando. Los auténticos mártires mueren por Cristo y perdonan a sus verdugos.


Señor Jesús, queremos darte las GRACIAS por tu sacrifico en la cruz que nos da la salvación eterna. Gracias por dejarnos a tu Madre en herencia. Danos la gracia de practicar lo que oramos: "Perdónanos, así como perdonamos a los que nos ofenden". Amén.


PADRE NUESTRO (1)

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. 

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.



AVE MARÍA (10)

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


GLORIA (1)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


JACULATORIAS

(Puede usarse una de estas dos)
  • María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  • Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)

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Miércoles y Domingos:

Primer misterio glorioso


Contemplamos la Resurrección del Señor.

Lloraba María Magdalena junto a la tumba de Jesús. Él la llamó por su nombre, "María". Y le dijo: "Anda y dile a mis hermanos: Subo adonde está mi Padre y padre de todos ustedes". (Ver Jn 20, 11.16-17)

María Magdalena fue la primera persona en ver a Jesús resucitado. Ella corrió a dar la buena noticia a los Apóstoles: ¡El Señor resucitó! Venció a la muerte, el pecado y el dolor.

María Magdalena, pídele a Jesús que numerosas mujeres sean discípulas y misioneras del Evangelio. Amén.


PADRE NUESTRO (1)

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. 

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.



AVE MARÍA (10)

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


GLORIA (1)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

JACULATORIAS

(Puede usarse una de estas dos)
  • María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  • Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)

***


Segundo misterio glorioso


Contemplamos la Ascensión del Señor al cielo.

Jesús resucitado dijo a sus Apóstoles: "Reciban el Espíritu Santo para que sean mis testigos hasta el fin del mundo". Entonces se elevó a los cielos. Los ángeles dijeron: "Este mismo Jesús volverá a la tierra". (Ver Hch 1, 8-11)

Jesús reina desde la casa de su Padre. Él nos prepara allí un lugar para vivir en familia. Entre tanto, nosotros tenemos que luchar para que nuestra tierra sea "como en el cielo".

Padre, en la gloria tu Hijo conserva las cinco llagas. Tras nuestra muerte, por su cruz y su triunfo, recíbenos en tu reino. Amén.



PADRE NUESTRO (1)

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. 

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.



AVE MARÍA (10)

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


GLORIA (1)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


JACULATORIAS

(Puede usarse una de estas dos)
  • María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  • Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)

***


Tercer misterio glorioso


Contemplamos la venida del Espíritu Santo.

Los Apóstoles oraban unidos con la Madre de Jesús y algunas mujeres. En Pentecostés, bajó del cielo un ruido de viento y unas llamas de fuego. Los Apóstoles se llenaron del Espíritu Santo. Todos entendían su idioma (Ver Hch 1, 14; 2, 1-4)

Los Apóstoles tenían miedo. Les faltaba Jesús. La Virgen les daba ánimo. El amor del Espíritu Santo vino como viento y fuego, y los movió a salir a predicar por todo el mundo.

Espíritu Santo, el Papa y los Obispos son los sucesores de los Apóstoles, dales tu luz y tu fuerza para que cumplan con la misión que les has encomendado y ayúdanos a perseverar en la oración por ellos.


PADRE NUESTRO (1)

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. 

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.



AVE MARÍA (10)

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


GLORIA (1)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


JACULATORIAS

(Puede usarse una de estas dos)
  • María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  • Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)

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Cuarto misterio glorioso


Contemplamos la Asunción de Nuestra Señora al cielo.

Entonces dijo María: "Canta mi alma la grandeza del Señor... La gente de todos los tiempos me llamarán bienaventurada" (Ver Lc 1, 46-48)

La Virgen compartió el dolor de Jesús. Ahora Él la lleva en cuerpo y alma a la felicidad del cielo. También a nosotros Dios nos quiere en su casa para siempre, en cuerpo y alma. Ya aquí, nuestro cuerpo es un templo del Dios vivo, y queremos tratarlo con respeto, cuidado y disciplina.

Señor Jesús, danos el amor y la pureza de María. Que ella nos eduque a respetar nuestro cuerpo y a honrar la dignidad de nuestros hermanos. Amén.


PADRE NUESTRO (1)

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. 

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.



AVE MARÍA (10)

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


GLORIA (1)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


JACULATORIAS

(Puede usarse una de estas dos)
  • María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  • Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)

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Quinto misterio glorioso


Contemplamos la coronación de la Virgen María como Reina del universo.

Apareció en el cielo una gran señal: una Mujer envuelta en sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas. Ella estaba a punto de dar a luz al Rey de todas las naciones. El Dragón quería devorar al Hijo. (Ver Ap 12, 1-4)

Por ser madre del Rey, Dios Trinidad corona a María soberana de toda la creación, de los ángeles, del hombre y la mujer. El demonio la combate.

Reina de la Vida, levántanos y cuidaremos de la creación de Dios. Lucha y vence con nosotros. Danos tu paz. Guíanos a Casa de Nuestro Padre. Amén.


PADRE NUESTRO (1)

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. 

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.



AVE MARÍA (10)

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


GLORIA (1)



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

JACULATORIAS

(Puede usarse una de estas dos)
  • María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  • Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)

4. AL FINALIZAR EL REZO DE LOS MISTERIOS

Oración


Omnipotente y sempiterno Dios, que con la cooperación del Espíritu Santo, preparaste el cuerpo y el alma de la gloriosa Virgen y Madre María para que fuese merecedora de ser digna morada de tu Hijo; concédenos que, pues celebramos con alegría su conmemoración, por su piadosa intercesión seamos liberados de los males presentes y de la muerte eterna. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.

(Terminado el rezo de los misterios correspondientes, suele saludarse a la Virgen en sus "tres purezas")

V. Virgen purísima antes del parto.
R. Purifica nuestros pensamientos.
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

V. Virgen purísima en el parto.
R. Purifica nuestras palabras.
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

V. Virgen purísima después del parto.
R. Purifica nuestras obras y deseos.
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


OFRECIMIENTO


Infinitas gracias os damos Soberana Princesa por los favores que todos los días recibimos de vuestra benéfica mano, dignaos Señora acogednos bajo tu protección y amparo y para más obligaros, os saludamos con una "Salve":

SALVE


Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.



5. LETANÍA LAURETANA

Señor, ten piedad
   Señor, ten piedad

Cristo, ten piedad
   Cristo, ten piedad

Señor, ten piedad
   Señor, ten piedad

Cristo, óyenos
   Cristo, óyenos

Cristo, escúchanos
   Cristo, escúchanos

Dios Padre celestial
   Ten misericordia de nosotros

Dios Hijo, Redentor del mundo
   Ten misericordia de nosotros

Dios Espíritu Santo
   Ten misericordia de nosotros

Trinidad Santa, un solo Dios
   Ten misericordia de nosotros

Santa María
   Ruega por nosotros

Santa Madre de Dios
   Ruega por nosotros

Santa Virgen de las vírgenes
   Ruega por nosotros

Madre de Cristo
   Ruega por nosotros

Madre de la divina gracia
   Ruega por nosotros

Madre purísima
   Ruega por nosotros

Madre castísima
   Ruega por nosotros

Madre virginal
   Ruega por nosotros

Madre sin corrupción
   Ruega por nosotros

Madre Inmaculada
   Ruega por nosotros

Madre amable
   Ruega por nosotros

Madre admirable
   Ruega por nosotros

Madre del buen consejo
   Ruega por nosotros

Madre del Creador
   Ruega por nosotros

Madre del Salvador
   Ruega por nosotros

Madre de la Iglesia
   Ruega por nosotros

Virgen prudentísima
   Ruega por nosotros

Virgen digna de veneración
   Ruega por nosotros

Virgen digna de alabanza
   Ruega por nosotros

Virgen poderosa
   Ruega por nosotros

Virgen clemente
   Ruega por nosotros

Virgen fiel
   Ruega por nosotros

Espejo de justicia
   Ruega por nosotros

Trono de sabiduría
   Ruega por nosotros

Causa de nuestra alegría
   Ruega por nosotros

Vaso espiritual
   Ruega por nosotros

Vaso digno de honor
   Ruega por nosotros

Vaso insigne de devoción
   Ruega por nosotros

Rosa mística
   Ruega por nosotros

Torre de David
   Ruega por nosotros

Torre de marfil
   Ruega por nosotros

Casa de oro
   Ruega por nosotros

Arca de la alianza
   Ruega por nosotros

Puerta del cielo
   Ruega por nosotros

Estrella de la mañana
   Ruega por nosotros

Salud de los enfermos
   Ruega por nosotros

Refugio de los pecadores
   Ruega por nosotros

Consuelo de los afligidos
   Ruega por nosotros

Auxilio de los cristianos
   Ruega por nosotros

Reina de los ángeles
   Ruega por nosotros

Reina de los patriarcas
   Ruega por nosotros

Reina de los profetas
   Ruega por nosotros

Reina de los apóstoles
   Ruega por nosotros

Reina de los mártires
   Ruega por nosotros

Reina de los confesores
   Ruega por nosotros

Reina de las vírgenes
   Ruega por nosotros

Reina de todos los santos
   Ruega por nosotros

Reina concebida sin pecado original
   Ruega por nosotros

Reina elevada al cielo
   Ruega por nosotros

Reina del santo rosario
   Ruega por nosotros

Reina de la familia
   Ruega por nosotros

Reina de la paz
   Ruega por nosotros



6. ORACIONES FINALES



Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo
   Perdónanos, Señor

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo
   Escúchanos, Señor

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo
   Ten misericordia de nosotros.

V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.


Oremos:

Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

O bien, cuando se rezan los misterios gozosos:
Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo; y por la intercesión de santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

O bien, cuando se rezan los misterios luminosos:
Dios todopoderoso y eterno, luz de los que en ti creen, que la tierra se llene de tu gloria y que te reconozcan los pueblos por el esplendor de tu luz. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

O bien, cuando se rezan los misterios dolorosos:
Señor, tú has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

O bien, cuando se rezan los misterios gloriosos:
Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a alcanzar los gozos eternos. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V. Ave María Purísima.

R. Sin pecado concebida.



7. ORACIONES OFRECIDAS DEL PAPA FRANCISCO PARA REZAR PIDIENDO LA INTERCESIÓN DE LA VIRGEN MARÍA AL PADRE PARA EL FIN DE LA PANDEMIA

(Al finalizar el rezo del Rosario)


Oración a María

Oh María,
tú resplandeces siempre en nuestro camino
como un signo de salvación y esperanza.
A ti nos encomendamos, Salud de los enfermos,
que al pie de la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús,
manteniendo firme tu fe.

Tú, Salvación 
de todos los pueblos,
sabes lo que necesitamos
y estamos seguros de que lo concederás
para que, como en Caná de Galilea,
vuelvan la alegría y la fiesta
después de esta prueba.

Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y hacer lo que Jesús nos dirá,
Él que tomó nuestro sufrimiento sobre sí mismo
y se cargó de nuestros dolores
para guiarnos a través de la cruz,
a la alegría de la resurrección. Amén.

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios,
no desprecies nuestras súplicas en las necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.




Oración a María

«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios».

En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.

Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.

Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.

Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.

Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.

Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.

Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.

Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en el incremento y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.

Madre amadísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.

Oh María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.


Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.





8. PEDIDO DEL PAPA FRANCISCO PARA REZAR POR LA IGLESIA FRENTE AL ATAQUE DEL DEMONIO


(Al finalizar el rezo del Rosario)

Invoquemos, por encargo del Papa Francisco, a la Santa Madre de Dios para que proteja bajo su manto a la Iglesia contra el mal que divide: (“Sub Tuum Praesidium”)
  • Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!

Invoquemos también la protección de San Miguel Arcángel, (oración del Papa León XIII), para que proteja y ayude a la Iglesia en la lucha contra el mal:
  • San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén. 


+En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.



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REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA. Para las meditaciones y oraciones de cada misterio: Los niños rezamos el Rosario. Texto P. Joaquín Alliende-Luco. Editorial Verbo Divino. 2010.