Homilías - El Señor ama a los justos y sustenta al huérfano y a la viuda - Domingo 32º T.O. (B)





P. José Ramón Martínez Galdeano, S.J.†

Lecturas: 1R 17,10-16; S 145; Hb 9,24-28; Mc 12,38-44


A partir de hoy van ustedes a notar un cambio en la forma de las homilías. Tiene como fin facilitar la lectura personal de la Biblia de modo que vean en ella las verdades dogmáticas y morales reveladas, que están en el catecismo  de modo más ordenado y sistemático.
En la 1ª y 3ª lecturas procura la liturgia que sean paralelas. Con ello muestra la Iglesia que siempre consideró el A.T. como revelación de Dios, y anticipo y preparación de Jesús. El A.T. insiste en la gran debilidad del género humano ante el pecado y por otra parte el empeño constante de Dios para salvarlo. Cristo es la culminación de este esfuerzo de Dios. Por eso todo el A.T. se refiere en definitiva a Cristo y para entenderlo bien hay que leerlo así.
El profeta Elías anuncia a Cristo. Viene cuando el Pueblo elegido se ha dividido en dos en castigo por los pecados de Salomón. El reino del  norte  cae enseguida en la idolatría. Pero Dios no lo abandona en el pecado, lo castiga con el hambre y le envía al profeta Elías. Perseguido en Israel, Elías es acogido en tierra pagana por la caridad de una viuda pobre y pagana. Simboliza a Cristo salvador de judíos y paganos, y muestra la predilección de Dios por los más necesitados. A partir de Cristo lo que cuenta para la salvación es creer en Cristo, a imagen de la viuda  pagana que acogió al profeta, y no el ser descendiente carnal de Abrahán rechazando a Cristo, como hicieron los fariseos.
La 2ª lectura suele elegir un texto del N.T. Pretende que los fieles vayan conociendo estos escritos de gran riqueza. Así en la Carta a los Hebreos encontramos una de las numerosas pruebas de que los evangelios, los Hechos de los Apóstoles y las cartas más importantes de San Pablo están escritas muy pronto y desde luego antes del año  70. Ese año es incendiado el templo y conquistada Jerusalén por el ejército romano, dirigido por Tito, que luego será emperador. La carta a los Hebreos está escrita a una comunidad cristiana de origen judío o, al menos, con abundantes judíos entre sus miembros. Han vivido y recuerdan aquel culto espléndido y se lamentan de la aparente pobreza del culto cristiano en casas particulares y locales pequeños y poco aptos. Esto no tiene sentido si el templo no estuviera destruido. Por eso la Carta a los Hebreos tiene que haber sido escrita antes de que Jerusalén estuviera cercada, antes del año 70. Pero todos coinciden en que evangelios, Hechos y gran parte de las cartas de Pablo son anteriores, es decir están escritos antes del año 70, algunos bastante antes (recuerden que Cristo muere el año 30).
 La Carta a los Hebreos coincide mucho en las ideas con San Pablo. De donde se deduce que la haya inspirado. Expone que el sacrificio de Cristo en la cruz y su sacerdocio, que son el centro del culto cristiano, tienen mucho más valor que el sacerdocio y los sacrificios del A.T. El fragmento leído hoy muestra a Cristo resucitado, sumo sacerdote nuestro y corporalmente presente en el Cielo, que ofrece al Padre su propio sacrificio de la cruz, con el que ha compensado y borrado el pecado de todos los hombres. Cuando  vuelva para el juicio final, será para salvar de modo definitivo y para toda la eternidad a los que creyeron y esperan en Él. Nada de esto podían impetrar los sacrificios y el sacerdocio del templo de Jerusalén. La misa más modesta en lo exterior renueva la presencia de Cristo cabeza de la comunidad, y recuerda, vuelve a ofrecer y se une al sacrificio de la cruz, que borra todos los pecados de la humanidad con la obediencia de Cristo hasta la muerte, víctima de valor infinitamente superior a la de los animales y demás ofrendas del A.T.
El evangelio ofrece una clara contraposición entre las obras de los escribas y fariseos y la de la viuda que echa en el cepillo del tributo del templo todo cuanto tenía para vivir.
Creo que es interesante hacer notar un detalle que pasa por alto el texto litúrgico español. El original griego dice que la viuda dio dos “leptones”, la moneda griega de menos valor, “que equivale –dice el texto griego– a un cuadrante”, la moneda romana más pequeña. Es una huella confirmatoria del origen romano del evangelio de Marcos, como indica la tradición y he resaltado otras veces.
La dura crítica de Jesús a los escribas, los teólogos de la época, por su ambición y avaricia es comparada con la pobreza, generosidad y humildad de la viuda. Da la impresión de que Marcos –en realidad Pedro, cuya catequesis en Roma le inspira– no quiere omitir algo de especial valor en la conducta de todo bautizado. Marcos trata de lo más básico de la fe. De asuntos de conducta moral habla poco. Se limita a lo más fundamental. En la perícopa de hoy habla de la humildad, de la limosna y de la búsqueda limpia de Dios en todo lo que se hace: “Bienaventurados los limpios de corazón. Ellos verán a Dios”. Tal vez pueda concluirse mejor: “Ellos ven a Dios”. La limosna humilde, la limosna sin alardes, y la disposición para ayudar en todo lo posible nunca hay que olvidarlos y son el gran camino para ver a Dios en los demás.
A la soberbia de los escribas y a su avaricia en cambio Jesús las condena muy duramente. Hasta se permite criticar con acritud las oraciones de los escribas, porque lo hacen a cambio de plata. El texto es tan claro que ahorra todo comentario. Hasta les discute la autoridad doctrinal religiosa, por muy rabinos y doctores que sean: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza; buscan asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas con pretexto de largos rezos». ¿Habría entonces en Israel alguien que se atreviese a decir estas cosas? Jesús era muy consciente de su autoridad suprema. Ironía, concreción, colorido expresivo, claridad. Jesús es un gran orador. Y da la impresión de que Marcos (Pedro en realidad) tiene mucho interés en ceñirse al pie de la letra a las palabras mismas de Jesús, que le impresionaron tanto.
Que la Virgen María nos ayude a creer todo esto y a practicarlo con humildad.

11.11.2012

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Voz de audio: Guillermo Eduardo Mendoza Hernández.
Legión de María - Parroquia San Pedro, Lima. 
Agradecemos a Guillermo por su colaboración.

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P. José Ramón Martínez Galdeano, jesuita
Director fundador del blog




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