Apostolado de la Oración: Historia y teología



P. Rodrigo Sánchez - Arjona, S.J.†


“Os animo a colaborar en esta selecta forma de apostolado que se realiza en la entrega diaria de sí mismo y de la vida cotidiana de cada uno en unión con el sacrificio eucarístico, por las necesidades de la Iglesia y la salvación de todos los hombres según las intenciones del Papa.
Siga siendo el Corazón de Jesús el centro de inspiración de toda vuestra actividad apostólica.
Os bendigo y os doy las gracias, pues la difusión del espíritu del Apostolado de la Oración y vuestro afán de dar a conocer y amar al Corazón de Jesús son hoy más preciosos que nunca para la Iglesia. Y son del particular agrado del Papa”


(23 de junio de 1982)




Que estas palabras del Papa nos animen a leer estas líneas con ilusión y esperanza.


I. Su historia


El Apostolado de la Oración como asociación comenzó en Francia en 1844. En la fiesta de San Francisco Javier de ese año el P. Francisco Gautrelet SJ explicó a los estudiantes jesuitas, cómo podían, por medio de la oración, ayudar en la obra de evangelización de la Iglesia.


Las ideas fundamentales expuestas por el P. Gautrelet SJ a los jóvenes jesuitas del Colegio de Vals las podemos resumir así:


Todos los bautizados, como miembros de Cristo, están llamados a cooperar en la edificación del Cuerpo Místico de Jesús, que es la Iglesia, el Nuevo Pueblo de Dios. Pero no todos del mismo modo han de prestar esa colaboración, unos de una manera y otros de otras según la llamada de Dios a cada uno de los cristianos.


No todos podrán trabajar directamente como misioneros o agentes de pastoral, pero todos pueden cooperar en esta gran empresa con las oraciones y sacrificios. Porque todo cristiano está unido misteriosamente con Cristo principalmente en el sacrificio y así con el apóstol Pablo puede decir:


“Ahora me alegro de los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, a favor de su Cuerpo, que es la Iglesia” (Col. 1,24)


Como vemos la vida de un buen cristiano toda ella debe ser un sacrificio en Cristo y por Cristo, ofrecido libremente en honor de Dios Padre en la luz del Espíritu Santo por la salvación eterna de las almas.


La Espiritualidad y la organización del Apostolado de la Oración se deben principalmente al P. Enrique Ramière SJ, el cual a través del Mensajero del Corazón de Jesús logró extender la asociación en el mundo entero. Y así en 1944 la Asociación del Apostolado de la Oración contaba con más de treinta y tres millones de socios.


Los Papas desde Pío IX, que aprobó nuestra asociación en 1849, hasta Juan Pablo II han recomendado encarecidamente a los fieles del Apostolado de la Oración.


Una vez terminado el Concilio Vaticano II el Papa Pablo VI aprobó los nuevos estatutos del Apostolado de la Oración el año 1968.


Estos estatutos acomodados a las directivas del Concilio son los que hoy nos deben regir, , pues habiendo sido aprobados por la Santa Sede, no pueden ser cambiados sino por la misma autoridad.


En los estatutos podemos conocer, qué cosa es el Apostolado de la Oración, su Espiritualidad, su Actividad Apostólica, su Estructura y sus Secciones. De todas estas partes de los estatutos hablaremos a continuación.



II. Su Teología


Lo que más nos interesa recordar a los socios del Apostolado de la Oración es: ¿qué cosa es el Apostolado de la Oración? Los estatutos aprobados por Pablo VI en 1968 nos responden claramente y nos dicen:


“El Apostolado de la Oración es una asociación de fieles que se unen (por medio del ofrecimiento diario al sacrificio eucarístico, en el cual se renueva continuamente la obra de nuestra redención) y de este modo cooperan a la salvación de todo el mundo (por medio de una unión vital con Cristo, de la que depende toda fecundidad apostólica)”


Dos cosas hemos subrayado en esta definición: se trata de una unión de fieles y de una colaboración a la salvación eterna del mundo entero. Se unen para salvar al mundo.


El Concilio Vaticano II ha recomendado el asociarse para ejercitar el apostolado en cualquiera de sus formas, porque la unión hace el Apostolado más eficaz. Hay diversidad de apostolados, apostolado del ejemplo, apostolado de la palabra o de la prensa, apostolado del sufrimiento o de la caridad… Veamos lo específico del Apostolado de la Oración, ¿cómo debemos practicarlo?


Examinaremos los dos paréntesis puestos en la definición. Ambos nos señalan los medios que deben valerse los socios para salvar al mundo.


El primer medio es el ofrecimiento diario de nuestras vidas con todas sus penas y alegría, triunfos y fracasos, monotonía y diversiones, trabajos y descansos pero este ofrecimiento se hace uniendo la vida propia con el Sacrificio de Cristo en la celebración eucarística. De esta manera el ofrecimiento diario hace de nuestras existencias una entrega voluntaria a Dios para copiar con alegría espiritual en nosotros el modelo de Cristo Jesús, el cual se ofreció al Padre cuando entró en el mundo (Heb. 10,5-7), al morir en la Cruz (Lc. 13,46) y en el sacrificio de la Misa, en la cual se renueva continuamente la entrega redentora del Señor a su Padre Celestial.


¡Qué lejos estamos de una fórmula rutinaria! ¡Qué cerca de la actitud existencial de Jesús, de los sentimientos hondos de su Corazón durante su vida mortal, hechos presentes a nosotros por el rito sagrado de la misa!


El segundo medio propuesto por el Apostolado de la Oración a sus socios para conseguir el fin de salvar las almas es una unión íntima profunda con Cristo, propia de todo cristiano que permanece en Cristo y Cristo en él.


Esta es la condición indispensable para dar fruto, puesto que sin Él nada podemos hacer: de la misma manera que el sarmiento cortado de la vid se seca y no produce fruto (Jn. 15,4)
De esta manera el Apostolado de la Oración nos enseña que toda la vida del cristiano puede ser transformada en una oración de súplica que arde delante del Padre Eterno sin cesar pidiéndole la salvación eterna de todas las personas humanas sean ellas fieles o infieles, hombre o mujeres, niños o ancianos.


Todas las obras del cristiano hechas en gracia y en amor de Dios y con un fin bueno, tienen el valor de súplica humilde. Lo propio del Apostolado de la Oración es aprovechar el valor de la súplica que tienen todas las obras hechas según Dios y convertirlas en sacrificio de alabanza, de súplica y de expiación, para la conversión y salvación de las almas. Y de esta manera el Apostolado de la Oración nos enseña a convertir todas las obras de cada día en oración continua y a santificar las 24 horas de nuestras jornadas.



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